Mario Alberto Ribera Parada es reconocido por su prolífica carrera profesional de casi cinco décadas como arquitecto, con obras admirables como el templo de la Parroquia María Auxiliadora (Don Bosco, en la av. Argentina) o el teatro de la Casa de la Cultura, pero poco se había difundido sobre su producción en el dibujo artístico.

De reunir y difundir ese legado se encarga Reencuentro, un libro que estaba a punto de concluir el Arq. Ribera cuando lo alcanzó la muerte en 2021, entonces su esposa María Cristina Peredo y sus hijos Mario Alberto, Jorge Eduardo y José Carlos se encargaron de concluir la obra y compartirla.

Justamente del 19 de abril al 14 de mayo recién pasados tuvo lugar, en el museo El Altillo, una exhibición de 42 dibujos, en la técnica estilográfica, fruto de la inspiración de Ribera Parada, quien se inició en el arte en la década del 60 pero dejó en suspenso su producción para dedicarse de lleno a la arquitectura, hasta retomar la pasión por el trazo en el año 2014. Sus trabajos los recopila el libro cuyo título hace alusión, justamente, a ese reencontrarse del hombre con su obra íntima.

Su  hijo Jorge Eduardo y la señora María Cristina Peredo visitaron el Campus y entregaron una copia de Reencuentro a la Rectora de nuestra Universidad, Lauren Müller, que estuvo acompañada por el Secretario General de la UPSA, Roberto Antelo, y el Decano de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, Víctor Hugo Limpias.

Mario Ribera nació en Santa Cruz en 1935, fue bachiller del colegio La Salle y se formó profesional en la Facultad de Arquitectura de la Universidad do Brasil, en Río de Janeiro, de la que se graduó en 1961. En el libro dejó establecido que desde niño le gustó el dibujo, por lo que se formó en la Escuela de Bellas Artes.

Graduado como arquitecto en Brasil, retornó al país en 1965, pero de inmediato dos becas le permitieron proseguir estudios de postgrado en Madrid, donde tomó contacto con eventos artísticos e incluso ganó primer lugar en un concurso de pintura y dibujo en la capital española. También realizó una exposición de sus dibujos en Estocolmo (Suecia).

De vuelta en Santa Cruz, lo dicho, se dedicó a la edificación de templos, bancos, viviendas uni y multifamiliares, centros comerciales, escuelas y hoteles. En 2015 retomó el dibujo  y en febrero del año siguiente realizó su primera exposición en la Casa de la Cultura, e hizo una segunda en la sede del Colegio de Arquitectos.

Entre 2015 y 2020 tuvo una vasta producción, obra calificada como ‘espontánea’, dibujos con contraste de luces y sombras, de sosiego y vorágine, resumió Silvia Rózsa, periodista y crítica de arte.

El propio autor había redactado en la introducción al texto que sus dibujos son “improvisación, garabato, placer, búsqueda de la belleza, juego, concentración en el trazo, placer en la suavidad o en la violencia, decisión frente a la duda; un asumir el riesgo, autoconfianza en la acción, y la confianza de llegar a una armonía al final”.

En el prólogo del libro, el Presidente de la Cámara de Industria, Comercio, Servicios y Turismo (CAINCO), Fernando Hurtado Peredo, resaltó que tuvo “el honor de conocer y admirar la vida del Arq. Mario Ribera. Siempre fue un alimento para el alma sentarse con él para conversar sobre una gran diversidad de temas. Era un hombre sabio, con pensamientos claros derivados de aprendizajes por experiencias propias y ajenas. Además de analizar distintas situaciones, disfrutar explorar el ‘porqué’ de ellas. Esa filosofía de vida, y un gran talento, lo llevaba a diseñar y construir obras de arte”.